viernes, 13 de abril de 2012

La Letra con Sangre Entra SARMIENTO




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  1. DOMINGO, 2 DE MAYO DE 2004
    LECTURAS SARMIENTO EN EL DELTA
    El Carapachay
    En 1855, Sarmiento llevó al Delta a un grupo integrado, entre otros, por Carlos Pellegrini y el entonces coronel Mitre, ministro de Guerra y Marina, para convencerlos de las bondades y posibilidades de las islas. Fue en esa oportunidad cuando él mismo plantó por primera vez una varilla de mimbre en tierra isleña y pronunció un discurso con “jocosa gravedad” para celebrar el acto. A continuación, la crónica que escribió el autor del Facundo sobre esa expedición.

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  2. Disfrutar de la nada
    Uno continúa ahí en el medio de la nada o del todo: agua, islotes de juncos, grupo de garzas blancas en el barro, algunos sauces llorones que sobresalen de la chatura, el chirrido de las gallinetas que no se ven o de repente, extender la mirada hacia arriba y divisar en lo alto el vuelo en formación de patos salvajes.
    Dijo Sarmiento en su inolvidable libro El Carapachay: “Las islas vienen invadiendo a pasos rápidos o más bien marcha hacia el mar, y el instrumento y la operación de hacer islas está a la vista de todos. Cuando el banco arenoso empieza a acercarse a la superficie, nace el junco, que eleva sus hilos de manera de formar una apariencia de tierra que aún no existe. Pero el juncal es una coladera inventada por la naturaleza para forzar el agua a detenerse y deponer el limo amarillo que da color, con lo que se forma el terreno vegetal…”
    Lo cierto es que estas palabras pueden observarse a simple vista. Un sinfín de plantas acuáticas nace sobre el lecho que el junco les ha preparado, así luego nacen plantas como el ceibo a quien el federal, pequeña ave de cuello colorado, viene a visitar todas las mañanas del mundo.
    “…figuran como arbusto la Rama Negra, el Sarandí, el Amarillo, el Miní. Descuellan el Laurel, la Cuaca, el Canelón y otros arbustos de adorno y árboles de leña. Manadas de carpinchos frecuentan sus costas, bañándose en los canales las noches de luna, y guareciéndose de día entre las enredaderas que entretejen plantas, arbustos y árboles en impenetrables masas de verdura….”continúa Sarmiento de manera memorable, logrando explicar como se desarrolla el fenómeno que llega hasta nuestros días y que se embellece notablemente con la mano del hombre que puebla estas islas.

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